Cuando San Martín partió de Mendoza para cruzar los Andes, su hija Mercedes tenía cuatro meses y se volvieron a ver en 1818 después del triunfo de Chacabuco.
Debido a la enfermedad de su esposa Remedios, su hija, la niña Mercedes fue criada y educada por sus abuelos, lo que derivó en una niña caprichosa y maleducada.
En 1824 se embarcaron juntos a Europa y una vez en Francia, el General San Martín se ocupó de reeducarla, y entre otras cosas escribió estas Máximas en el año 1825.
Estas representan un compendio de principios y límites de todo hijo y constituye un verdadero plan educativo de índole moral.
MÁXIMAS PARA MI HIJA
- Humanizar el carácter y hacerlo sensible aun con los insectos que no perjudican.
Stern ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: «Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos». - Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira.
- Inspirarla a una gran confianza y amistad pero uniendo el respeto.
- Estimular en mercedes la caridad con los pobres.
- Respeto sobre la propiedad ajena.
- Acostumbrarla a guardar un secreto.
- Inspirarle sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.
- Dulzura con los criados, pobres y viejos.
- Que hable poco y lo preciso.
- Acostumbrarla a estar formal en la mesa.
- Amor al aseo y desprecio al lujo.
- Inspirarle amor por la Patria y por la Libertad.